
Paleta Fuera de Norma Monte Dorado
96,00€ - 129,00€Rango de precios: desde 96,00€ hasta 129,00€
La Paleta Fuera de Norma Monte Dorado es una joya oculta, reservada para quienes saben mirar más allá de la etiqueta. Elaborada a partir de cerdos criados en libertad y alimentados con bellotas y pastos naturales, estas piezas no entran dentro de la clasificación oficial del ibérico por razones técnicas, pero mantienen una calidad sensorial absolutamente comparable —e incluso superior— a muchas paletas etiquetadas como bellota.
Con una curación lenta de entre 24 y 32 meses, esta paleta desarrolla un carácter único. Su carne, de tonos intensos, está generosamente veteada y desprende un aroma que recuerda al campo abierto, a la curación tradicional, a la bellota y al humo leve de las bodegas naturales.
En boca, su sabor es profundo, con una textura melosa y un final largo que deja una impresión viva, auténtica, persistente.
Una pieza para entendidos, para quienes buscan sabor sin filtros ni artificios, solo verdad y excelencia.
Una pieza que no necesita etiquetas para ser extraordinaria
La paleta fuera de norma Monte Dorado es una de nuestras piezas más especiales. Proviene de cerdos alimentados con bellotas y criados en libertad, pero que por razones técnicas no se ajustan a los parámetros de la norma del ibérico. El resultado es una paleta con toda la intensidad del bellota, sin la etiqueta… y sin su precio.
Con una curación de entre 24 y 32 meses, esta paleta desarrolla una textura sedosa, una grasa fundente y un sabor robusto, largo, con matices de monte, tierra y madera.
Ideal para quienes saben lo que buscan
Producto exclusivo y limitado
Sabor comparable a una paleta de bellota certificada
Más económica, sin perder calidad sensorial
El secreto mejor guardado entre entendidos del ibérico
Si estás buscando paleta ibérica de bellota barata, pero auténtica, esta pieza es para ti. Perfecta para disfrutar sin pretensiones, pero con todo el sabor.
Nada se acelera en Monte Dorado. Los jamones se curan en secaderos naturales durante entre 18 y 48 meses, según su categoría, su morfología y su carácter. La temperatura, la humedad y el silencio trabajan en armonía con la experiencia de nuestros maestros jamoneros. No hay prisa, porque la prisa no forma parte de lo auténtico.
Durante esos meses, el jamón se transforma lentamente. La grasa se funde, la carne se asienta, los aromas se afinan. Es un proceso íntimo, ancestral, donde el tiempo es el verdadero ingrediente secreto.










