En Monte Dorado, cada jamón es el resultado de una larga historia que comienza en las dehesas del sur y culmina en el paladar con una emoción difícil de describir. Nuestro compromiso con la calidad, la pureza racial, el entorno y la tradición artesanal da forma a una selección de jamones ibéricos que rinde homenaje a la tierra que los ve nacer.
La gama de jamones Monte Dorado es el reflejo de un proceso lento, respetuoso, casi espiritual. Desde la elección genética del animal hasta su alimentación y su posterior curación, cada paso está pensado para lograr la excelencia sensorial. Cada pieza, única en su esencia, encarna lo mejor de la cultura ibérica y del saber hacer transmitido durante generaciones.
Tiempo, paciencia y verdad: el arte de curar jamón
Nada se acelera en Monte Dorado. Los jamones se curan en secaderos naturales durante entre 18 y 48 meses, según su categoría, su morfología y su carácter. La temperatura, la humedad y el silencio trabajan en armonía con la experiencia de nuestros maestros jamoneros. No hay prisa, porque la prisa no forma parte de lo auténtico.
Durante esos meses, el jamón se transforma lentamente. La grasa se funde, la carne se asienta, los aromas se afinan. Es un proceso íntimo, ancestral, donde el tiempo es el verdadero ingrediente secreto.
Jamón: símbolo, legado y cultura
En nuestra tierra, el jamón no es solo un alimento. Es símbolo de hospitalidad, de celebración, de identidad. Un buen jamón se abre en familia, se comparte entre amigos, se ofrece como lo más preciado.
En Monte Dorado no vendemos productos: compartimos cultura, trasladamos a tu mesa el legado de un oficio que solo entiende de excelencia.